Cuando se rompió el juego

El mito de la suerte en el baloncesto

Creía que el talento solo decidía los resultados—hasta que analicé los datos. ¿Una sola pérdida? No. Eso no fue fortuna, fue el colapso de un sistema construido sobre lógica, no intuición. En 2016, tras ver desvanecerse el último campeonato de los Bulls, ejecuté simulaciones con datos de Synergy Sports y SPSS. Lo que parecía ‘tiros decisivos’ era esfuerzo mal asignado: un producto de árboles de decisión defectuosos.

El desenmarañado silencioso

Cada posesión importa porque las decisiones no se toman en tiempo real—se hornean en estructuras a lo largo de temporadas. La era ‘Moneyball’ nos enseñó a valorar la eficiencia sobre el brillo—but ignoramos lo que pasó cuando la presión encontró complejidad. Mi equipo descubrió que los jugadores de alto uso no hacían jugadas; ejecutaban rutinas preprogramadas bajo carga cognitiva—and todavía costaban más de lo que pensábamos.

Los datos no mienten

Lo vi dos veces: en 2017 cuando el tiro de Rose falló; nuevamente en 2023, cuando un guardia semilla falló en la línea de tiros libres bajo presión postemporada—not por falta de corazón, sino porque su árbol de decisión carecía del borde contra una defensa impulsada por volumen.